Un ecosistema está formado por los seres vivos que habitan en un medio y una serie de elementos que no están vivos pero actúan directamente sobre dicho medio. En la terminología especializada se habla de elementos bióticos ( plantas, animales y microorganismos ) y abióticos ( luz, temperatura, humedad y otros ). Lo biótico y lo abiótico interactúan de de tal manera que conforman un tipo de ecosistema u otro.
Un ecosistema está formado por los seres vivos que habitan en un medio y una serie de elementos que no están vivos pero actúan directamente sobre dicho medio. En la terminología especializada se habla de elementos bióticos ( plantas, animales y microorganismos ) y abióticos ( luz, temperatura, humedad y otros ). Lo biótico y lo abiótico interactúan de de tal manera que conforman un tipo de ecosistema u otro.
Ecosistema-AcuaticoUn ecosistema está formado por los seres vivos que habitan en un medio y una serie de elementos que no están vivos pero actúan directamente sobre dicho medio. En la terminología especializada se habla de elementos bióticos ( plantas, animales y microorganismos ) y abióticos ( luz, temperatura, humedad y otros ). Lo biótico y lo abiótico interactúan de de tal manera que conforman un tipo de ecosistema u otro.
La Tierra es conocida como el planeta azul, y al margen de que la expresión surgiera por su aspecto desde el espacio, es algo más que sabido que en nuestra humilde morada hay mucha más agua que tierra. En concreto, los ecosistemas que más superficie ocupan son los acuáticos, incluyendo los de agua dulce y salada.
¿Pero, cómo definirlos? Una definición general de un ecosistema acuático tiene que englobar hábitats tan diversos como los que se desarrollan en lagos, ríos y mares, por lo que abarcará cualquier combinación de flora y fauna que se encuentre en estos entornos. Además, no podemos olvidar que polución es un elemento distorsionador que perjudica seriamente los ecosistemas acuáticos.
Aunque pueden estudiarse de forma conjunta, lo habitual es distinguir entre dos tipos básicos, dividiéndolos en dos grandes grupos: los ecosistemas marinos y los de agua dulce. Sin embargo, en ambos casos el entorno es el agua, y ello resulta fundamental a la hora de determinar las interacciones que se producen entre esas plantas y animales que conforman el ecosistema junto con el líquido elemento.
Ecosistemas marinos
Los ecosistemas oceánicos representan el 70 por ciento de la superficie terrestre y el 99 por ciento de su volumen. Están asentados en aguas saladas, como los mares, las marismas y los óceanos. Además, se caracterizan por poseer una gran estabilidad, lo que no siginifica que no varíen de unos a otros. Por ejemplo, lo hacen variables como la luz del sol, temperatura y concentración salina, entre otros factores, sobre todo en función de la profundidad.
A distancias abisales, la mayor parte de los ecosistemas son desconocidos, precisamente por esa variación en flora y fauna (desde animales microscópicos hasta crustáceos, tortugas, peces de todos los tamaños y mamíferos marinos, entre otras criaturas marinas) que se produce a distintas profundidades. Aún así, puede afirmarse que las zonas costeras son más pobladas, en fuerte contraste con un prácticamente inhóspito fondo marino, en buena parte debido a que la cadena alimentaria comienza con el plancton, y éste precisa de la luz solar para crecer.
Ecosistemas de agua dulce
Como su propio nombre indica, los ecosistemas de agua dulce se encuentran en lugares donde hallamos aguas dulces, los ríos, las aguas subterráneas, los estanques, los pantanos lagunas o lagos. Lógicamente, pues, su nivel de salinidad será mucho menor y constituyen una fuente de agua de la que beber y con la que regar los cultivos. A diferencia del ecosistema marino, su profundidad y diversidad de fauna y flora es menor.
Entre otros factores, la climatología, -la suma de vectores como la altitud, temperatura y humedad-, determinan las características del hábitat. Por ejemplo, la flora y la fauna de un lago poco profundo o de un arroyo de montaña será muy distinta e incompatible con la propia del agua cálida de un clima tropical. En cada entorno, en cada ecosistema, se crean las condiciones idóneas para que esas formas de vida puedan prosperar. De hecho, cada ecosistema es único.
Aunque cada ecosistema es único, y sufre evoluciones predecibles e impredecibles, -éstas a consecuencia del cambio climático, imprevistos o accidentes como fugas de elementos tóxicos o presencia de especies invasivas-, las similitudes que pueden establecerse entre muchos de ellos permiten conocerlos mejor gracias a estudios científicos que permiten establecer pautas comunes de conservación
Más allá de su indudable belleza, los ecosistemas acuáticos son fundamentales para la supervivencia del ser humano. Su preservación busca minimizar el impacto que producen las actividades humanas mediante su explotación y contaminación. Cuidarlos es cuidar del planeta y también asegurarnos el agua ahora y mañana, ese recurso fundamental para la vida en todas sus formas, incluyendo la nuestra.

Un ecosistema marino incluye océanos, mares, marismas, etc. Estos medios son sumamente estables para el desarrollo de la vida en comparación con cualquier sistema terrestre de agua dulce. De hecho, la vida surgió en el mar y hasta hoy continúa siendo un lugar extraordinario para el desarrollo de la misma. Siempre lo repito, pero es que me resulta sumamente interesante: aún nos queda mucho por descubrir sobre las especies que habitan las profundidades de los océanos.
En este tipo de ecosistema vemos temperaturas poco variables y una alta salinidad del agua (del orden del 3.5%). En estos ecosistemas la luz penetra tan sólo 200 metros desde la superficie. Llamamos región fótica a la región iluminada, mientras que a la oscura se la denomina región afótica. Este tipo de ecosistema acuático comúnmente cuenta con toda clase de mamíferos marinos como focas, ballenas y manatíes, todo tipo de peces y organismos muy pequeños (como plancton, algas y corales).
ecosistema de agua dulce
Esta clase de ecosistemas lo constituyen los ríos, lagos, pantanos, bañados, etc. Estos ecosistemas revisten una gran importancia para especies de todo tipo y de todo color, tanto faunística como de flora. En general encontramos muchos anfibios, pero también se puede encontrar un gran número peces asociados a ellos. La amplia presencia de vegetación es una de las características de los ecosistemas de agua dulce y, por ende, el 41 % de los peces del mundo entero se encuentra en este tipo de ecosistema. Además, del 100% de la superficie de la Tierra, cubierto en un 70% por agua, solo el 0.8% está cubierto por ecosistemas de agua dulce.
Un ecosistema está formado por los seres vivos que habitan en un medio y una serie de elementos que no están vivos pero actúan directamente sobre dicho medio. En la terminología especializada se habla de elementos bióticos ( plantas, animales y microorganismos ) y abióticos ( luz, temperatura, humedad y otros ). Lo biótico y lo abiótico interactúan de de tal manera que conforman un tipo de ecosistema u otro.
Ecosistema-AcuaticoUn ecosistema está formado por los seres vivos que habitan en un medio y una serie de elementos que no están vivos pero actúan directamente sobre dicho medio. En la terminología especializada se habla de elementos bióticos ( plantas, animales y microorganismos ) y abióticos ( luz, temperatura, humedad y otros ). Lo biótico y lo abiótico interactúan de de tal manera que conforman un tipo de ecosistema u otro.
La Tierra es conocida como el planeta azul, y al margen de que la expresión surgiera por su aspecto desde el espacio, es algo más que sabido que en nuestra humilde morada hay mucha más agua que tierra. En concreto, los ecosistemas que más superficie ocupan son los acuáticos, incluyendo los de agua dulce y salada.
¿Pero, cómo definirlos? Una definición general de un ecosistema acuático tiene que englobar hábitats tan diversos como los que se desarrollan en lagos, ríos y mares, por lo que abarcará cualquier combinación de flora y fauna que se encuentre en estos entornos. Además, no podemos olvidar que polución es un elemento distorsionador que perjudica seriamente los ecosistemas acuáticos.
Aunque pueden estudiarse de forma conjunta, lo habitual es distinguir entre dos tipos básicos, dividiéndolos en dos grandes grupos: los ecosistemas marinos y los de agua dulce. Sin embargo, en ambos casos el entorno es el agua, y ello resulta fundamental a la hora de determinar las interacciones que se producen entre esas plantas y animales que conforman el ecosistema junto con el líquido elemento.
Ecosistemas marinos
Los ecosistemas oceánicos representan el 70 por ciento de la superficie terrestre y el 99 por ciento de su volumen. Están asentados en aguas saladas, como los mares, las marismas y los óceanos. Además, se caracterizan por poseer una gran estabilidad, lo que no siginifica que no varíen de unos a otros. Por ejemplo, lo hacen variables como la luz del sol, temperatura y concentración salina, entre otros factores, sobre todo en función de la profundidad.
A distancias abisales, la mayor parte de los ecosistemas son desconocidos, precisamente por esa variación en flora y fauna (desde animales microscópicos hasta crustáceos, tortugas, peces de todos los tamaños y mamíferos marinos, entre otras criaturas marinas) que se produce a distintas profundidades. Aún así, puede afirmarse que las zonas costeras son más pobladas, en fuerte contraste con un prácticamente inhóspito fondo marino, en buena parte debido a que la cadena alimentaria comienza con el plancton, y éste precisa de la luz solar para crecer.
Ecosistemas de agua dulce
Como su propio nombre indica, los ecosistemas de agua dulce se encuentran en lugares donde hallamos aguas dulces, los ríos, las aguas subterráneas, los estanques, los pantanos lagunas o lagos. Lógicamente, pues, su nivel de salinidad será mucho menor y constituyen una fuente de agua de la que beber y con la que regar los cultivos. A diferencia del ecosistema marino, su profundidad y diversidad de fauna y flora es menor.
Entre otros factores, la climatología, -la suma de vectores como la altitud, temperatura y humedad-, determinan las características del hábitat. Por ejemplo, la flora y la fauna de un lago poco profundo o de un arroyo de montaña será muy distinta e incompatible con la propia del agua cálida de un clima tropical. En cada entorno, en cada ecosistema, se crean las condiciones idóneas para que esas formas de vida puedan prosperar. De hecho, cada ecosistema es único.
Aunque cada ecosistema es único, y sufre evoluciones predecibles e impredecibles, -éstas a consecuencia del cambio climático, imprevistos o accidentes como fugas de elementos tóxicos o presencia de especies invasivas-, las similitudes que pueden establecerse entre muchos de ellos permiten conocerlos mejor gracias a estudios científicos que permiten establecer pautas comunes de conservación
Más allá de su indudable belleza, los ecosistemas acuáticos son fundamentales para la supervivencia del ser humano. Su preservación busca minimizar el impacto que producen las actividades humanas mediante su explotación y contaminación. Cuidarlos es cuidar del planeta y también asegurarnos el agua ahora y mañana, ese recurso fundamental para la vida en todas sus formas, incluyendo la nuestra.

Un ecosistema marino incluye océanos, mares, marismas, etc. Estos medios son sumamente estables para el desarrollo de la vida en comparación con cualquier sistema terrestre de agua dulce. De hecho, la vida surgió en el mar y hasta hoy continúa siendo un lugar extraordinario para el desarrollo de la misma. Siempre lo repito, pero es que me resulta sumamente interesante: aún nos queda mucho por descubrir sobre las especies que habitan las profundidades de los océanos.
En este tipo de ecosistema vemos temperaturas poco variables y una alta salinidad del agua (del orden del 3.5%). En estos ecosistemas la luz penetra tan sólo 200 metros desde la superficie. Llamamos región fótica a la región iluminada, mientras que a la oscura se la denomina región afótica. Este tipo de ecosistema acuático comúnmente cuenta con toda clase de mamíferos marinos como focas, ballenas y manatíes, todo tipo de peces y organismos muy pequeños (como plancton, algas y corales).
ecosistema de agua dulce
Esta clase de ecosistemas lo constituyen los ríos, lagos, pantanos, bañados, etc. Estos ecosistemas revisten una gran importancia para especies de todo tipo y de todo color, tanto faunística como de flora. En general encontramos muchos anfibios, pero también se puede encontrar un gran número peces asociados a ellos. La amplia presencia de vegetación es una de las características de los ecosistemas de agua dulce y, por ende, el 41 % de los peces del mundo entero se encuentra en este tipo de ecosistema. Además, del 100% de la superficie de la Tierra, cubierto en un 70% por agua, solo el 0.8% está cubierto por ecosistemas de agua dulce.